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Documento de Historia Nº 036. 25 de abril de 2004


por Carlos Mora Herman
Revista "Punto Final" Año XXVI Nº 270, del 02 al 15 de agosto de 1992. Pág. 22

Primero que Colón. Navegantes africanos en América

 



Portada del Libro "La Presencia africana en América ancestral. Ellos vinieron antes que Colón", de Ivan Van Sertima.

Tal vez, el Mansa (Rey) Abubakari II de Malí, un musulmán negro, salió de África Occidental hasta el noreste de América del Sur casi doscientos años antes que Colón. El Rey Abubakari, después de enterarse, por estudiosos árabes, que había tierras en el lado occidental del Atlántico, se obsesionó con la idea de extender su reino en esta Terra Incognita . Abdicó a su trono y se fue en su aventura para no volver. Movilizó todos los recursos de su imperio para contratar constructores árabes del lago Chad, para que construyeran una flota. El rey y su tripulación navegaron por el río Senegal y al otro lado del Atlántico en 1311. Aparentemente avistó la costa norte de América del Sur, pero atracó por primera vez en Panamá. Supuestamente, el rey Abubakari II y su séquito viajaban hacia el sur de Panamá y se establecieron en el Imperio Inca.

El gran Mansa Musa, el sucesor de Abubakari II es la fuente original de esta historia, al describir al gobernador de El Cairo en 1324 (de regreso de su peregrinación a La Meca), siendo registrado por el historiador Chihab al-Umari (Damasco, 1300-1384) que estuvo allí pocos años después de la visita del rico rey. Él escribió:

"El gobernante que me precedió no creyó que era imposible llegar a la extremidad del océano que rodea la tierra (es decir, el Atlántico): quería llegar a aquel (al fin) y estaba decidido a seguir su plan. Así que equipó doscientos barcos llenos de hombres, y muchos otros llenos de oro, agua y provisiones suficientes para varios años. Ordenó al capitán de no volver hasta que hubieran llegado al otro extremo del océano, o hasta agotar las provisiones y agua. Así que se pusieron en camino. Ellos estuvieron ausentes durante un largo período, y, por fin, un solo barco regresó. Cuando se le preguntó el capitán respondió: "¡oh príncipe, navegamos durante un largo período, hasta que vimos en medio del océano un gran río que fluye de forma masiva. Mi barco era el último, mientras que otros iban delante de mí, y se ahogaron en un gran remolino y nunca volvieron a salir. Me embarqué de nuevo para escapar de esa corriente. Pero el sultán no le creería. Ordenó a dos mil embarcaciones equiparse para él y sus hombres, y mil más por el agua y provisiones. Luego me confiere la regencia por el término de su ausencia, y partió con sus hombres, para no volver jamás, ni para dar una señal de vida."

El historiador Ivan van Sertima (Guyana, 1935 hasta 2009) en su libro "Vinieron antes que Colón" (Random House, 1976) sostiene esta interesante teoría.

Por Prof. Carlos Martínez M.



Cristóbal Colón no descubrió América. Antes que él, asomaron por este continente navegantes vikingos y negros africanos.


Estos últimos, no sólo llegaron a América precediendo a los blancos europeos por varios siglos, sino que algunos de ellos se establecieron aquí.


Esta tesis puede parecer sorprendente, pero constituye el tema central de un libro que bajo el título de "Ellos vinieron antes que Colón" publicó la editorial neoyorquina Randon House, bajo la firma de Ivan Van Sertima.


A través de sus 271 páginas, Sertima, profesor de la Universidad de Rutgers, antropólogo y lingüista, descendiente de negros caribeños, va testimoniando la presencia africana en América.


Está escrito que allá por el año de 1325 A.N.E., un poderoso rey de Malí, Abubakari II, juntó una flotilla de 200 barcos hechos de caña de bambú y troncos de balsas para pasajeros y otros 200 que transportaban alimentos y útiles diversos, y partió en busca de una tierra situada al oeste, que los marinos de aquel tiempo mencionaban secretamente entre ellos.


La posibilidad de que esa flotilla llegara a América se apoya en los experimentos realizados por el noruego Thor Heyerdahl, a bordo de las balsas Ra y Kon-Tiki en travesía desde Egipto y desde la Polinesia, para demostrar la procedencia de los pobladores del continente americano.


Hay que aceptar el juicio hecho por Sertima de que aquellos antiguos marinos eran muy buenos y conocían el secreto del compás y las computaciones astronómicas, aparte del curso de las corrientes marinas que podían favorecer los desplazamientos de las naves a través del Atlántico.


Entre las tesis que Sertima trata de echar abajo con su polémico libro, está la de que los negros africanos que llegaron al continente lo hicieron muchos siglos después y en calidad de esclavos.


Se menciona como lugar de asentamiento de los negros africanos que se establecieron en América, lo que hoy es México.


Sertima cita una serie de hechos que, según él, corroboran la presencia de negros africanos en el continente. antes de la llegada de Colón y sus tres carabelas.


La zona de 18 mil kilómetros cuadrados que estaba definida por los tuxtlas como lugar donde florecieron los olmecas en el primer milenio A.N.E., parece haber sido sitio de asentamiento de estos antiguos africanos.


Los olmecas dejaron representaciones humanas en esculturas monolíticas enormes, que causan el asombro y la admiración de quienes las contemplan.


Aunque no se ha podido encontrar restos humanos de aquella época remota, se puede intentar una descripción de cómo eran físicamente, guiándose por lo que muestran esas esculturas.


Fuertes y de baja estatura, más bien gruesos, cabeza redonda y cara llena, ojos oblicuos, labios gruesos, nariz corta y ancha, mandíbulas fuertes y cuello pequeño.


Sertima afirma que esas caras esculpidas por antiguos artistas olmecas, poseen inconfundibles rasgos negroides. Cita lanzas con incrustaciones de oro que han sido descubiertas en el área donde estuvieron los olmecas y que en aquellos tiempos sólo existían en Guinea. Ese mismo tipo de lanzas ha sido también descubierto en Haití y en la República Dominicana.


Asimismo refiere Sertima la presencia de frutos y otros alimentos de procedencia africana, como el ñame, la piña, el plátano y, fundamentalmente, el maíz.


El maíz fue originalmente árabe y los negros africanos, que comerciaban mucho con los árabes, lo obtuvieron de ellos y posteriormente lo trajeron a América.


Los curiosos perros de los antiguos mexicanos, que no ladraban, ni tenían pelo y se llamaban "escuincles" parece que también procedían de Egipto y fueron llevados a tierras olmecas por los africanos.


Todo esto sostenido por Sertima en su libro, puede resultar altamente polémico, bajo el punto de vista científico, pero hay algo que resulta sorprendente y para lo que no hay hasta ahora una explicación convincente.


Los olmecas desarrollaron una cultura impresionante y su arte sólo fue ocasionalmente igualado por los mayas o los mexicas, en algunos casos. Las colosales cabezas esculpidas en piedra, de las cuales se han descubierto trece (la mayor tiene tres metros de altura), fueron concebidas y ejecutadas como enormes cabezas y no como figuras enteras. Se ignora su verdadero significado. Pueden ser de jefes o guerreros, dioses, monumentos en honor de personajes muertos.


Miremos esas cabezas, observémoslas atentamente. Tienen rasgos propios de los negros africanos ¿por qué? Ese es el misterio que algún día se iluminará por el trabajo de los hombres de ciencia, y habrá una respuesta que quizás contribuya a reforzar la tesis de Sertima de que los africanos llegaron a este continente mucho antes que Colón.



 



Historia de América


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